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Destacan papel mediador de la Iglesia en Cuba
SENH. 25 de mayo del 2010. Las conversaciones del gobernante Raúl Castro
con la alta jerarquía católica sobre los presos políticos han despertado
esperanzas, escepticismo y afirmaciones de que el gobierno asume un
riesgo al reconocer a la Iglesia como mediadora en los problemas
nacionales.
Las reuniones con el cardenal Jaime Ortega constituyen la primera vez
que el gobierno comunista ha negociado con una organización nacional e
independiente en un país en que las autoridades tratan de controlar
virtualmente todas las actividades.
También representan el cambio político más importante de Castro desde
que sustituyó hace dos años a su hermano Fidel, al darle un peso
adicional a una Iglesia muy restringida durante las últimas cinco
décadas.
Aunque la Iglesia cubana ha criticado desde hace mucho tiempo los
múltiples problemas del país, en realidad lo nuevo es la disposición del
gobierno a reconocerla públicamente como "interlocutor para procurar la
solución de cuestiones medulares'', escribió el lunes en una columna el
disidente habanero Oscar Espinosa Chepe.
Fidel Castro liberó a 3,600 presos políticos después de las
negociaciones de 1978 con los exiliados, y a unos 300 disidentes y
delincuentes comunes después de la visita a Cuba en 1998 del Papa Juan
Pablo II. También liberó a varios durante visitas de personalidades como
el reverendo Jesse Jackson y el gobernador de Nuevo México, Bill
Richardson.
Ahora las reuniones de Raúl Castro con Ortega han despertado esperanzas
respecto a una mejoría en el historial de derechos humanos de Cuba.
También ha suscitado reclamos de que Ortega está manipulado por las
autoridades para darle un impulso propagandístico a lo que serían
cambios ligeros en el tema de los presos políticos.
Castro ha prometido trasladar a hospitales a algunos presos políticos
enfermos, mudar a otros disidentes encarcelados a instituciones penales
más cercanas a sus familias y eventualmente liberar a unos 190
prisioneros de conciencia en Cuba.
Sin embargo, algunos analistas advierten que Castro está asumiendo el
riesgo de que sus conversaciones con Ortega puedan envalentonar a los
disidentes, al cubano de a pie e incluso a funcionarios gubernamentales
que critican su lentitud para adoptar reformas económicas
desesperadamente necesarias.
"Tácitamente, lo que el gobierno está reconociendo en ese gesto es que
definitivamente va a asumir los riesgos de una manera de pensar
diferente'', comentó Julio Hernández, un partidario en Miami del
disidente Movimiento Cristiano de Liberación, encabezado por Oswaldo
Payá.
"Eso significa que la Iglesia ha ganado un gran terreno de confianza en
las conversaciones'', agregó Hernández. "La oposición y la disidencia
deben ser consecuentes y transitar en una vía en la cual haya
planteamientos pacíficos''.
Desde La Habana, un escritor que pidió no ser identificado para evitar
posibles represalias, dijo: "Cuando las autoridades aquí reconocen
cualquier tipo de fuente independiente de poder, están admitiendo una
debilidad''.
Phil Peters, analista de asuntos cubanos en Lexington Institute, en
Washington, D.C., destacó que en el pasado La Habana ha pasado por
encima de los jerarcas católicos cubanos y ha negociado directamente con
El Vaticano asuntos como la autorización para crear seminarios.
Las conversaciones entre Castro y Ortega, agregó, "marcan la aceptación
por el gobierno de la Iglesia como parte de la sociedad civil [. . .] No
veo particularmente ningún riesgo [para Castro] en ello, pero está
abriendo un nuevo espacio para discusiones políticas en tópicos que no
estaban abiertos antes''.
Brian Latell, analista retirado de la Agencia Central de Inteligencia, y
experto en asuntos cubanos, destacó que las conversaciones ocurren en un
momento en que Castro enfrenta una apabullante crisis económica, así
como una ola de condenas internacionales a su historial de derechos
humanos. Esto incluye la muerte en febrero del disidente Orlando Zapata
tras una larga huelga de hambre y la reciente represión contra las Damas
de Blanco.
"Esto representa un reflejo de la presión que ellos [el gobierno]
sienten por los derechos humanos y toda una gama de problemas nacionales'',
comentó Latell. "Ellos esperan que el cardenal pueda ayudar a aliviar
algunas de esas presiones''.
Pero agregó que nada de esto es un riesgo para Castro porque es poco
probable que Ortega presione demasiado duro durante las conversaciones.
"Cuba no es Polonia. [La Iglesia] no es una organización profundamente
institucionalizada y mi impresión es que el cardenal no es un individuo
muy decidido'', dijo Latell. "No lo veo apretándole duro las tuercas a
Raúl''.
Espinosa Chepe, uno de los 75 disidentes encarcelados en la ola
represiva del 2003 conocida como la Primavera Negra, pero liberado por
razones de salud, estimó que la disposición de Castro a aliviar las
condiciones de los prisioneros políticos podría ayudar a mejorar las
relaciones con Washington y la Unión Europea.
"Se sabe que el presidente [Barack] Obama propicia el mejoramiento de
las relaciones con Cuba [. . .]. Sin embargo, se ha visto imposibilitado
de avanzar por falta de reciprocidad'', escribió Espinosa Chepe.
Si se liberan algunos presos políticos "se facilitaría a la
administración procurar pasos adicionales'', añadió.
En Washington, un portavoz del Departamento de Estado dijo: "Hemos visto
el pronóstico optimista [para los presos políticos] y queremos ver qué
pasos concretos dará el gobierno cubano. Hemos exhortado anteriormente
al gobierno cubano a liberar sus prisioneros de conciencia''.
El Centro para la Democracia en las Américas, también con con sede en
Washington, que favorece un alivio a las sanciones estadounidenses
contra Cuba, emitió un comunicado en el que expresó que las
conversaciones entre Castro y Ortega eran "una verdadera lección para
los políticos estadounidenses. Hablar con los cubanos, no usar las
sanciones [. . .] es la forma más efectiva de avanzar''.
En Miami, Oscar Peña, director de la Comisión Cubana Pro Derechos
Humanos, se quejó en un blog de que Castro "ha pasado por encima de la
cabeza de la disidencia para negociar con Ortega''.
"Pero como el asunto clave es la liberación de todos los presos
políticos, no dejamos de estar agradecidos'', añadió Peña, incluso
cuando esto no "resuelva la triste realidad de miseria y falta de
libertad que sufren los cubanos desde hace más de medio siglo''.
Fuente:© 2010 El Nuevo Herald.
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